De este libro destacan las ilustraciones que nos recuerdan el arte del sudeste asiático, la región donde se sitúa la historia. A través de sus líneas somos testigos de un terrible accidente que sufre el elefante con una mina antipersonal. Minas explosivas que se hayan en antiguas zonas de conflicto contra las que se realizan esfuerzos titánicos por eliminar. Existe incluso un programa que utiliza ratas gigantes para detectarlas. Somos testigos del proceso de recuperación del elefantito apoyado por su dueño-niño y toda la comunidad. Al final, el elefantito aprende a caminar con una prótesis y descubrimos en las últimas páginas que su dueño y amigo niño también tiene una. El texto nos recuerda lo que es el amor y la solidaridad entre humanos y animales, y el daño colateral que inflingen estos explosivos.